Este breve cortometraje de un minuto muestra a unos espectadores elegantes y emocionados donde hasta los más malotes lloran inundándolo todo, el motivo de semejante llanto es el coro de la Cavallería Rusticana interpretado por unas cebollas. El humor surge de la hipérbole por el llanto contagioso ante la emoción de la pieza e invierte las expectativas al descubrir que eran los vapores de las cebollas las que producían semejante reacción. El cortometraje podría interpretarse como una crítica a la sociedad elitista y superficial que disfruta de espectáculos